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Secuestros y declaraciones de Giuzzio

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Ministro del interior, Arnaldo Giuzzio

Por Elvio Alvarenga

Tras leer sobre las declaraciones del ministro del interior Arnaldo Giuzzio y las denuncias de la familia Denis Bareiro me viene a la mente aquella expresión del rey de España Juan Carlos I, “por qué no te callas” con el que se dirigió al presidente de Venezuela Hugo Chávez, quien
interrumpía una y otra vez al jefe del gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero, durante
una Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado en Chile. A esto le podríamos agregar “y haz tu trabajo”, con respecto a la inseguridad galopante que reina en el país.

Sin ánimo de ser maleducado, y con todo respeto, creemos que al ministro le hubiera sido mejor guardarse su comentario sobre la industria del secuestro y la inseguridad que va “en baja”. Y más todavía si nos permitimos reclamar que brinde a sus subordinados los elementos de trabajo y les exija resultados.

Algunas comisarías priorizan intervenir encuentros familiares por denuncia de supuesta polución sonora, mientras en sus narices se roban motocicletas y otras actividades delictivas. Es increíble, como en el Paraguay existen representantes de cada gobierno que pretenden engañarnos, queriendo hacernos creer que vivimos en un país de maravillas.

No es exclusividad del gobierno de Marito, el tema de pretender pintar un país de arco iris. Cada gobierno tuvo su exponente y el actual también, pasando desde el aspecto económico, político, social, inclusive sanitario. En este caso nos referimos al ministro Giuzzio, quien – de acuerdo a las publicaciones y a la denuncia de la familia del Dr. Oscar Denis, uno de los secuestrados actualmente- afirmó que no existe la industria del secuestro en Paraguay y que los índices de inseguridad bajaron.

Este país de maravillas que nos quiere pintar Giuzzio y el intento de mentira son mucho más graves que los otros casos ya que se trata de una de las carteras de Estado más importantes y soporte político del gobierno. Ya en tiempos de Stroessner, Sotero Ledesma –de la Central Obrera Nacional- decía que vivimos en un “país divino”; en el 2004 Herminio Cáceres –presidente ANR- decía que vivimos en un país de maravilla y que el tema secuestro no era problema del Estado.

Y así, cada quien con sus mentiras, Lugo habló de “vientos de cambio”; Duarte Frutos del “javy´apata ñande kokue akame” aunque en estos casos se trataron de simples promesas.

La familia Denis Bareiro, reaccionó lógicamente ante la triste declaración del ministro Giuzzio, que se suma a las tristezas y angustias del secuestro propiamente dicho, y en una carta abierta aseguró que el gobierno está sometido a un grupo de forajidos y el ministro da la espalda al problema al tratar de minimizarlo. Se refiere también a los seis millones de dólares pagados hasta ahora en la industria del secuestro y a los avances que tienen en los últimos tiempos los grupos criminales.

La tristeza y la angustia del secuestro se ahondan con la impotencia de ver como las autoridades que deberían luchar por brindar seguridad a la población, un compromiso constitucional, hablan de que no existe la industria del secuestro en Paraguay.

Al recordar las palabras del Rey de España –por qué no te callas – nos parece que hubiera sido más sensato para Giuzzio mantenerse callado y exigir más a los órganos de seguridad que están bajo su mando. Porque en estas circunstancias, lo que se publicó de lo que dijo se presta mucho a la confusión, porque actualmente existen tres secuestrados en el país, Edelio Morinigo, Félix Urbieta y Oscar Denis, si bien es cierto no existe actualmente pedido de rescate, no se tiene información certera sobre ellos.

Y sobre la baja de los índices de inseguridad me pregunto por qué existen comunidades dominadas por narcotraficantes, pululan los moto chorros, y la violencia se enseñorea a cada paso. ¿Por qué los pobres almaceneros y despenseros deben vivir entre rejas y los delincuentes en las calles?.

En mi barrio, que suele ser tranquilo, el otro día un moto chorro bajó de su biciclo, ingresó a una despensa y se llevó una balanza. Y la despensera se convirtió también en enrejada. Por todo esto decimos, señor ministro, hable menos y haga más.