Por Félix Ramos
La estrepitosa caída electoral del PLRA, después de 25 años de hegemonía al frente del gobierno municipal de Concepción, emulando a García Márquez, no fue más que la “crónica de una muerte anunciada”.
Todos los sondeos pre electorales indicaban el mismo desenlace que se dio el domingo 10 de octubre, pero lo más doloroso para los azules, tal vez no fue la caída en sí misma, sino la humillante e indiscutible diferencia, que hizo trizas la que parecía inexpugnable frase, “Concepción por siempre liberal”.
Hoy se cumplen tres años de aquel lunes de octubre, en que un espontáneo grupo de ciudadanos inició la serie de movilizaciones de protesta contra la saliente administración de la Municipalidad. Un mensaje claro, que se extendió durante varios meses y no fue acusado por el gobierno liberal de la Comuna, que al contrario de rectificar el rumbo, se refugió en la más despreciable soberbia. Conste que, la primera advertencia para dar un golpe de timón la había hecho en el 2016 Myriam Beatriz Denis, entonces presidente de la junta municipal, pero por tal motivo había sido defenestrada por sus propios correligionarios del PLRA.
La victoria contundente del partido colorado es consecuencia directa del hartazgo ciudadano, que fue un iceberg, cuya punta afloró en las calles tres años atrás. Sin embargo, los oscuros nubarrones de arrogancia nublaron la vista y la mente de los capitanes del barco, que subestimaron la enorme mole subyacente bajo las protestas, no pudiendo evitar la colisión y el desastre.
Algo que debe quedarnos claro es que el pueblo no eligió precisamente, el pueblo más bien castigó la mala gestión de una administración que hace años perdió el rumbo y cuyas consecuencias pueden sentirse y ser vistas a cada paso y en cada cuadra de calle.
El pueblo no optó por el mejor proyecto, ni el mejor discurso, ni las mejores ideas, ni el candidato más potable; ni el partido colorado, por su gestión ineficiente por décadas al frente del gobierno nacional, pudo constituir un factor determinante para el resultado. Simplemente, el pueblo dijo BASTA.
Por ello, la embriaguez de una increíble victoria, no debe despegar del suelo los pies de los ganadores, que finalmente son ocasionales y cuentan con un cupo de confianza ciudadana por los próximos cuatro años.
Pero es bueno aclarar que la dosis de confianza, otorgada por la ciudadanía al flamante intendente “Berni” Villalba, no es proporcional a la diferencia obtenida en las urnas, por lo que el esfuerzo debe centrarse en definir un rumbo diferente, de lo contrario, el mismo pueblo, que ya le perdió el miedo a los balines de goma y a los gases lacrimógenos, no dudará un instante para tomar otra vez las calles y decir de nuevo BASTA.