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Consejo de seguridad ciudadana, bla, bla, bla

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Por Elvio Alvarenga

Hace unas semanas, en medio de bombos y platillos se conformó el consejo de seguridad ciudadana en Concepción. Y pareciera un contrasentido, pero antes que mejorar el ambiente en la ciudad, la inseguridad sigue ganando terreno y los delincuentes la calle, mientras los ciudadanos honestos están obligados a vivir tras las rejas (que deben instalar en sus locales comerciales).

Así mismo, se conformaron los consejos en los diferentes distritos del departamento, con presencia inclusive de altas autoridades policiales y del Ministerio del Interior que auspiciaban cambios y mejores horizontes en materia de seguridad. Ni cambios, mucho menos mejoras.

Los ciudadanos siguen lamentándose ante la gran cantidad de robos, asaltos, abigeatos, y todo tipo de violencia que arrecia en la población. Y la policía y las autoridades, justificando.

Por ello, el término “bla, bla, bla”, se ajusta como anillo al dedo a la supuesta intención de mejorar la situación que se refiere a la seguridad pública de la población. En ese sentido, la página Peru.com, que cita al Planetacurioso.com/biobiochile.cl, publica un material en donde afirma que la Real Academia Española indica que blablablá es “Discurso largo y sin sustancia, y a veces con tonterías o desatinos”.

Pero aquí la idea no es dar una charla sobre el origen de esta expresión, sino de su aplicación en el discurso de las autoridades de turno, que se ven rebasadas por la inseguridad, que es de su incumbencia y responsabilidad. En ese sentido, más que conformar consejos y dar largos bla, bla, bla o discursos inútiles, deberían actuar y tratar de controlar esta situación que se les va de las manos.

Y la toma de acción para controlar esta situación es urgente, ya que la población se está hartando y amenaza con tomar justicia por manos propias. Y si eso ocurre, no quiero imaginarme una Concepción que viva como en el lejano oeste americano de las películas de western, donde el que mejor manejaba las armas, era el que mandaba.

Que cada uno cumpla su rol y que la calle vuelva a ser de los ciudadanos honestos, es al menos, sin embargo, el ideario de la población.