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Concejales traidores

Rozando el llanto, los concejales municipales prácticamente se despidieron del periodo legislativo que les correspondió y donde dejaron una paupérrima imagen, comparable tal vez con aquella crisis del 96 o de algunos otros casos también emblemáticos, por la mala gestión, aunque ahora más maquillado e hipócrita.

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Por Elvio Alvarenga

La despedida, adelantada y con mea culpa incluida, se verificó durante la sesión ordinaria del martes, donde (especialmente los liberales) admitieron errores, pero al mismo tiempo afirmaron que el PLRA siempre trató de dar a sus mejores hombres.

Una junta integrada por profesionales de diferentes áreas, especializados en sus rubros como ingeniero, licenciado, médico, abogado, entre otros, dejó una muy pobre imagen, con actitudes timoratas, entreguistas y hasta cómplices, quizá, en algunos casos emblemáticos.

Todo el desastre en Concepción, con denuncias de corrupción, obras mal realizadas y no terminadas, entre muchos otros casos, no fueron de exclusiva responsabilidad del ejecutivo. En muchas situaciones, la propia junta (que debía ser contralora) aprobó esas acciones que el pueblo cuestionó en su momento.

Tampoco hubo transparencia al ser negadas en varias oportunidades información que por ley debía ser públicas, sobre movimientos administrativos del ejecutivo. El propio intendente siempre se ufanó de que “su junta le aprobó” esas cuestionadas transacciones cuyas documentaciones, al decir del lord mayor, estaban bajo siete llaves (venta del puerto municipal).

La situación evolucionó y generó un enfrentamiento que marcó una crisis donde se vivieron días y noches de terror, donde a la población se le regaló cachiporrazos, carros hidrantes y despliegue policial, que llamativamente, siempre estuvieron a favor de los munícipes. En los últimos tiempos, los ediles dieron manotazos de ahogado, algunos comenzaron a cambiar de discurso y a criticar al ejecutivo ante la proximidad de las elecciones municipales.

Comenzaron a ver los animales sueltos en la vía publica, el caos del tránsito, entre otras nimiedades pero sin inmiscuirse ni promover una investigación seria al respecto, por ejemplo a la venta del puerto municipal, los movimientos de los terrenos municipales, venta y ocupaciones de espacios públicos, entre otros. Al contrario, sumaron una monedita más a la lista de hechos cuestionados por la población como la aprobación del sistema tercerizado de la recolección y disposición final de la basura ciudadana, acreditándose una más a la lista de traiciones a sus electores y entregando a una empresa privada una cuestión económica trascendente en un momento de crisis con alta inflación y alza desmedida del costo de vida en nuestro país.

La sesión de la junta municipal de Concepción del martes se convirtió en el muro de los lamentos de los liberales y una sonrisita irónica en el fondo de los colorados (los ganadores de las elecciones del domingo). Sin embargo, la mala gestión alcanza a todos, liberales y colorados que, en una oportunidad “no se dieron cuenta” que la hora había pasado durante un cuarto intermedio y cuando volvieron a la sala de sesiones, sus colegas ya habían aprobado la ejecución presupuestaria del ejecutivo.

Tanto los ediles como los del ejecutivo tienen responsabilidades, todos son chanchos del mismo chiquero. ¿Qué queda ahora?. Despertar de este letargo, un largo sueño, lleno de pesadillas. A los liberales, recordar que no vale la pena llorar sobre la leche derramada. A los colorados, promover que sus correligionarios hagan una buena gestión y si es posible, que los que estuvieron en esta administración que fenece –tanto liberales como colorados- ni aparezcan en la gestión pública.

Y finalmente, si es posible pedir más, que luego de una auditoria fuerte y seria como prometió el intendente electo, cada uno responda con su pecunio y ante la justicia, de sus actos de estos años.